Bienvenidos

Humanicemos apunta a crear una red de gente que pueda compartir experiencias y reflexiones relacionadas con la humanización y deshumanización de nuestro sistema de salud. No pretendemos un análisis académico, sino una mirada humanizada del mundo cotidiano de la medicina.
Para contactarnos, escriban a humanicemoslamedicina@gmail.com

domingo, 8 de febrero de 2009

Unas palabras sobre Eluana

Empieza el año (que ya nos sacó varias semanas de ventaja), y es hora de volver a la carga. Se me ocurre que una buena forma es a través del uno de los temas biomédicos que están en boga en este momento: el discutido caso de Eluana, la chica italiana que hace 17 años está en coma, a quien su padre está intentando "darle voz", facilitando su muerte. Evidentemente no es voz lo que le está dando, sino hambre, porque ha conseguido que no se la alimente más, pero intentemos analizar esto en profundidad.

En primer lugar, creo que es interesante ponerse del lado de la familia. Hace 17 años que tienen una hija que parece un vegetal. Ellos han tenido que cuidarla todo este tiempo. Han invertido tiempo y dinero, sin contar el mucho más importante desgaste emocional de ver padecer a un ser querido. Además, han sufrido con desesperación, como cualquier padre que ve a una hija mal y no puede hacer más que acompañarla. La situación es realmente desesperante, y para colmo, ellos no tienen la culpa.

Por eso, es lógico pensar que los familiares hayan querido buscar una solución a un problema tan duro... Lo que es una lástima es que la solución haya llegado a través de un procedimiento bioéticamente ilícito. Atención: la bioética no dice "mantengamos con vida a la persona a toda costa". Eso se llama "distanasia", mejor conocida como "encarnizamiento terapéutico". Es evidente que en este caso, la solución no venía por ahí, sino al contrario: era necesario encontrar una forma de ayudar a morir bien a Eluana.

Porque del otro lado de la balanza encontramos la eutanasia, término que los medios han evitado en sus grandes títulos, y que etimológicamente significa "buena muerte", y que podemos definir como toda acción u omisión destinada a provocar la muerte de una persona con el propósito de aliviar su sufrimiento. En el caso de Eluana, se trató de una omisión: se decidió dejar de alimentarla e hidratarla. Ahora bien, no hace falta demasiada sagacidad para darnos cuenta de que se trata de un procedimiento que no es ni médico ni humano. ¿Qué persona en su sano juicio deja que otra persona se muera de sed o de hambre, pudiendo evitarlo? Evidentemente esto es algo que no le deseamos a nadie... y creo que a la última persona que se lo desearíamos es a un moribundo. No compremos el eufemismo. No nos dejemos engañar. A Eluana no le dieron una "buena muerte".

¿Pero entonces qué? ¿Debemos hacerla vivir otros 17 años? ¿Debemos seguir torturando a su familia? Por supuesto que no. Pero aprendamos a evitar el encarnizamiento terapéutico. Una persona en esas condiciones, solo puede sobrevivir en un medio hospitalario durante 17 años si se han empleado medios extraordinarios para sostener su vida. Y esos son los que debemos evitar. Ahí es donde el médico maduro y bien formado, junto con la familia, deben tomar la decisión de dejar ir a la persona, evitando la distanasia. De lo contrario, la humanidad cae a veces en la atrocidad de matar a una persona de hambre y sed. Ya bastante tenemos de este dúo dinámico en el mundo, como para que ahora lo procuremos también artificialmente.

En conclusión, nos hemos enfrentado a un caso extremo: a 17 años de sufrimiento. No podemos condenar a nadie, solo aprender de los errores del pasado. Tanto la eutanasia como la distanasia son extremos que debemos evitar, procurando tomar las decisiones acertadas en el momento oportuno.